FILOSOFÍA POPULAR
- Arnulfo Urrutia
- 11 mar
- 1 Min. de lectura
¿Qué tal Nacho? ¿Cómo te va?
“Aquí, don Arnulfo, sentado en mi silla preferida, con las patas ‘parriba’, bajo el alero de mi casita. Tranquilo y feliz, viendo pasar la gente. Mire ese caserón de la esquina —estira los labios y señala en línea recta—. Era de un amigo mío. Trabajó la mayor parte de su vida en Estados Unidos. Regresó hace un año, todo cacreco, como exprimido y fingiendo que hablaba inglés. Anoche murió. Tenía mí misma edad; 65 años. No gozó la casa que tanto le costó.
Yo estiro mis patas pa descansar y él las estiró pa que lo lleven a enterrar.

Don Arnulfo, no sea pendejo, no agarre lucha. Descanse, que la vida son cuatro días y la mitad son de noche. Además, ¿qué se lleva uno? ¡Nada, nadita de nada! Ahora trabajo el día que me da la gana y eso, si me pagan lo que cobro.”
Sin palabras y sin proponerle el trabajo que tenía en mente, me despedí de él.
Hoy, mientras tomo mi café, sigo pensando en cuál corriente filosófica puedo ubicar a Nacho. ¿Estoicismo, cinismo, taoísmo?
¿Tal vez, simplemente en el Nachismo? Porque, tiene su filosofía de vida y también, algo de razón. ¿No lo creen?
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