DOMINGO
- Arnulfo Urrutia
- 2 abr
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No, nunca fuimos amigos. Trabajamos para el mismo grupo empresarial, pero creo, que nos caíamos mal, o, quizá cada uno tenía su propia verdad. —Él, un “viejo” de 38 años y yo, un chavalo de 24—.
En la actualidad, más de 45 años después, por casualidad (¿?) conocí su casa y desde hace un par de años lo visito de tanto en tanto.
El sábado pasado hablamos de aquellos tiempos y nuestros orgullos de entonces. Filosofamos sobre la vida y la muerte; si el ser humano es mejor ahora, que hace 50 años; si hay algo después de la muerte… y si Dios existe, ¿Dónde está?
Abordar esos temas cuando tenés un pie en la tumba —él tiene 85 años y sale de casa solamente para visitar al médico— requiere de coraje y franqueza. Son momentos de gran valía.
¡Qué bueno que nos volvimos a encontrar!
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